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Lengua
LAS LENGUAS PENINSULARES
El castellano medieval - 6ª parte
Del siglo XIV a fines de la Edad Media (continuación)
La literatura del siglo XV
a literatura del siglo XV se mueve entre dos
tendencias contrapuestas, que demuestran bien la vitalidad de la lengua: de un
lado, bajo la influencia humanista que viene de Italia, hay la pretensión de
ennoblecer el castellano, según el modelo de las lenguas clásicas. Numerosos
cultismos son incorporados del latín ("colegir", "ígneo", "fluir",
"turbulento"...) y la sintaxis se complica mediante violentos hipérbatos,
adjetivación abundante, paralelismos y diversas formas de amplificación. Es la
lengua, por ejemplo, de un Juan de Mena (Laberinto de Fortuna).
De otro lado, una lengua popular, que los escritores reflejan en sus obras, bien con la complacencia irónica de un Arcipreste de Talavera (El Corbacho), bien bajo la idealización que ve en ella la expresión de una mentalidad supuestamente no contaminada por los males de la civilización (poesía lírica tradicional, romancero).
En 1499, la Tragicomedia de Calisto y Melibea, de Fernando de Rojas, reúne, de manera genial, las dos tendencias. Mucho hay de moderno en esta obra: la disolución de la sociedad estamental, con la vibrante afirmación de la individualidad de los personajes, de su valor por encima o al margen de su pertenencia a un estamento social, pero también la constatación de que hay, dentro de una lengua, muchas lenguas: los criados, remedando burlonamente la manera de hablar de Calisto; Celestina, adaptándose interesadamente al habla de sus interlocutores; lo coloquial, alternando con lo más retórico..., evidencian la madurez alcanzada por una cultura y una lengua.
El castellano al final de la Edad Media. Nebrija
Unos años antes, en 1492, un profesor de Humanidades de la Universidad de Salamanca, Elio Antonio de Nebrija, ha escrito la primera Gramática de la lengua castellana. La regularización y nivelación del idioma ha proseguido, y la unidad lingüística, en el centro de la Península, parece alcanzada; el leonés permanece sólo como habla dialectal, y el aragonés correrá pronto igual suerte, siendo desplazado por el castellano en el uso escrito y literario; a dicha unidad contribuirá, de manera decisiva, la difusión de la imprenta.
Gramática de Nebrija
En la dedicatoria de su Gramática a la reina Isabel, Nebrija defiende, con la enseñanza sistemática del castellano, la necesidad de una norma; y augura a su lengua un próspero futuro, que es también el del nuevo Estado que surge con la unión de las coronas de Castilla y Aragón en las personas de los Reyes Católicos: "Siempre fueron las lenguas compañeras de los imperios..."